martes, 16 de febrero de 2010

Los diezmos


30 La décima parte de lo que produce la tierra –tanto los campos sembrados como los árboles frutales– pertenece al Señor: es una cosa consagrada al Señor. 31 Si un hombre quiere rescatar alguna parte de sus diezmos, deberá añadir un quinto de su valor. 32 La décima parte del ganado mayor o menor –o sea, uno cada diez de todos los animales que pasan bajo el cayado del pastor– será consagrada al Señor. 33 Nadie deberá seleccionar entre lo bueno y lo malo, o sustituir uno por otro. Si hace el cambio, tanto el animal ofrecido como su sustituto serán una cosa sagrada, y no se los podrá rescatar.

34 Estos son los mandamientos que el Señor dio a Moisés para los israelitas sobre la montaña del Sinaí.

1 El "holocausto" es un sacrificio en el que la víctima se quema totalmente. El ritual de este capítulo establece normas precisas sobre los animales que pueden ser ofrecidos en holocausto (vs. 3, 10, 14), y sobre la manera de practicar la inmolación y el ofrecimiento de las víctimas.

El resto de la legislación sacerdotal contiene disposiciones sobre los holocaustos cotidianos (Éx. 29. 38-42) y sobre los que se deben ofrecer en circunstancias especiales (12. 6-8; 14. 10-31; 15. 14-15, 29-30).

4. El gesto de imposición de las manos expresa una cierta solidaridad del oferente con la víctima sacrificada en su nombre.

2 En este ritual se especifican las diversas maneras de preparar la "oblación", que es una ofrenda hecha con productos del suelo.

2. La parte de la oblación que se quema sobre el altar recibe el nombre de "memorial". El significado de esta expresión es dudoso. Algunos intérpretes piensan que es un don ofrecido al Señor para que "se acuerde" del oferente; otros consideran que se trata más bien de una "prenda" o porción escogida, que "recuerda" o representa ante el Señor toda la ofrenda.

11-13. Las oblaciones no podían contener "levadura" ni "miel", tal vez por la facilidad con que estas se corrompen o por el uso que se les daba en los sacrificios paganos. Se exigía, en cambio, que estuvieran sazonadas con "sal", elemento que posee una significación simbólica: es "la sal de la alianza de tu Dios". Esta expresión se puede aclarar a la luz de una práctica común entre los árabes: la sal, que sirve de condimento a la comida y preserva de la corrupción, se utiliza en los banquetes de amistad y de alianza, como símbolo para establecer una comunidad perdurable. En Núm. 18. 19; 2 Crón. 13. 5, la expresión "alianza de sal" equivale a "alianza eterna".

3 El "sacrificio de comunión" es propiamente un banquete sagrado, en el que las partes más vitales de la víctima -la sangre y la grasa- se ofrecen a la divinidad, mientras que el resto de la carne es comida por el oferente. La finalidad de este sacrificio es establecer o renovar la comunión de vida entre Dios y el hombre. En 7. 32-34; 10. 14-15 se determinan las partes de la víctima que corresponden al sacerdote. Otros textos ponen de relieve el carácter festivo de estos sacrificios (Deut. 12. 7).

4 El "sacrificio por el pecado" es un rito de expiación. En él se pone de relieve el valor expiatorio de la sangre (Heb. 9. 22), valor que le viene de su vinculación con la vida (17. 11, 14). Ver nota Gn. 9. 4-5.

3. La falta del Sumo Sacerdote "recae también sobre el pueblo" debido a su función de representante de Dios ante el pueblo y del pueblo ante Dios.

5 14-19. El "sacrificio de reparación" es otra forma de sacrificio expiatorio. Aunque es difícil determinar exactamente en qué se distingue del "sacrificio por el pecado", parece que el "sacrificio de reparación" se relaciona con las faltas que lesionan los derechos de Dios o del prójimo, mientras que el "sacrificio por el pecado" expía sobre todo las faltas rituales. Si el perjuicio se podía estimar en dinero, además del sacrificio, se exigía la restitución (5. 20-26).

8 8. "Urím" y " Tumím": ver nota Éx. 28. 30.

9 23. Ver nota Éx. 16. 7.

11 4. "Se abstendrán de comer": los israelitas tenían prohibido comer y ofrecer a Dios como víctimas o primicias ciertos animales considerados impuros. No se puede determinar exactamente los motivos que llevaron a calificar de impuros a esos animales. En algunos casos, la impureza parece provenir del carácter nocivo o repugnante de los mismos; en otros, de su vinculación con prácticas paganas. El cerdo, por ejemplo, era considerado animal sagrado en los cultos sirofenicios.

12 Según las creencias antiguas, la concepción y el nacimiento -como toda la vida sexual- estaban rodeados de misterio y de peligros, y por eso debían ser protegidos con ritos especiales. El parto –lo mismo que la menstruación y el derrame del semen– implicaba una pérdida de vitalidad que debía ser recuperada antes de tener nuevamente acceso a Dios.

13 El término "lepra" tiene un significado muy amplio, y se aplica a diversas clases de enfermedades de la piel. A estas afecciones se equiparan la "lepra de la ropa" (vs. 47-59) y la "lepra de las paredes" (14. 33-53), o sea, el enmohecimiento de las telas y los hongos que se adhieren a las paredes, a causa de la humedad, y provocan la caída del revoque.

14 35. Ver nota cap. 13.

16 "EI gran Día de la Expiación" era un día de penitencia y ayuno, en el que se celebraban dos ceremonias de carácter y origen diversos: a) un rito de expiación por el Santuario, por los sacerdotes y por el pueblo, donde se ponía de relieve una vez más el valor expiatorio de la sangre (vs. 14-15, 18-19); b) un rito particular, que consistía en imponer las manos sobre un chivo para cargarlo con todos los pecados del pueblo, y en enviarlo luego al desierto, morada de "Azazel" (vs. 20-22), que es probablemente el nombre de un demonio. Esto tiene alguna relación con las creencias de los israelitas sobre los demonios que habitaban en los lugares desolados (Is. 13. 21; 34. 11-14; Mt. 12. 43). Al prescribir este rito, la legislación sacerdotal asume una antigua costumbre, de origen desconocido, pero cuyo significado es claro: alejar simbólicamente de la comunidad los pecados de que ella se había hecho culpable en el transcurso del año.

17 7. "A los sátiros": este pasaje se refiere a unos demonios que la superstición popular representaba con figuras de chivos, y cuya morada se situaba en los lugares despoblados y en las ruinas. Según 2 Rey. 23. 8, cerca de una de las puertas de Jerusalén, había un lugar de culto dedicado a los sátiros o chivos, que eI rey Josías mandó destruir.

18 Los antiguos hebreos consideraban el parentesco -incluso el que nosotros actualmente consideramos "legal"- como un vínculo de carne y sangre. Por eso toda unión sexual entre parientes era un caso de incesto.

21. Esta prescripción prohibe quemar niños a Moloc, un dios cuyo nombre original era Melec, que significa "rey".

19 9-10. Esta costumbre se remonta sin duda a una concepción antigua según la cual había que dejar algo a los espíritus del campo, para no poner en peligro la próxima cosecha. La ley israelita transformó esta costumbre en una prescripción de carácter social.

18. Ver Mt. 22. 39.

19. Estas tres prohibiciones condenan ciertas prácticas a las que se atribuía un significado mágico.

23-25. Esta prescripción es semejante a la prohibición de comer los frutos de la nueva cosecha antes de ofrecer las primicias (23. 14): el hombre no puede comer los productos del campo o del rebaño sin haber devuelto antes lo que pertenece a Dios, de quien procede la fecundidad.

26-28. La adivinación, la hechicería y los ritos condenados en los vs. 27-28, eran frecuentes entre los cananeos.

23 Ver nota Éx. 23. 14.

24 5-9. Ver nota Éx. 25. 30.

19-20. Ver Éx. 21. 23-25; Deut. 19. 21; nota Gn. 4. 23-24.

25 2-7. Acerca del año sabático, ver Éx. 23. 10-11.

8-17. El "año jubilar" o año del "jubileo" se llama así porque su apertura se anunciaba con un solemne toque de trompeta (en hebreo, "yobel"). Según la legislación contenida en este capítulo, ese año quedaban en libertad los esclavos israelitas, y volvían a sus primitivos dueños o a sus herederos, las propiedades que habían sido enajenadas en los últimos cincuenta años. Estas medidas estaban destinadas a defender los derechos de los pobres y a salvaguardar el carácter inalienable de las tierras. Tenían, además, un fundamento religioso: la tierra no podía ser vendida definitivamente, porque pertenecía a Dios (v. 23); y los israelitas no podían ser sometidos a esclavitud perpetua, porque eran servidores de Dios, que los había hecho salir de Egipto (v. 42).

La aplicación práctica de esta ley debía chocar con obstáculos insuperables, y no hay ningún indicio en la Biblia de que haya sido cumplida efectivamente. Todo hace pensar, más bien, que presenta un ideal de justicia y de igualdad social, que de hecho nunca se realizó. En su forma actual, este capítulo se remonta al exilio o, más probablemente, al período postexílico.

26 De manera similar a Deut. 28, la "Ley de Santidad" concluye con un anuncio de recompensa o de castigo para los que observan o quebrantan sus prescripciones. En los documentos del Antiguo Oriente, las fórmulas de bendición y maldición se encuentran frecuentemente como epílogo a una colección de leyes, o a las estipulaciones de una alianza.

Los bienes consagrados al exterminio


28 Ninguno de los bienes que pertenecen a una persona –ya sea un hombre, un animal o un campo de su propiedad– podrá ser vendido o rescatado si ha sido consagrado al Señor por el exterminio total: todas esas cosas están exclusivamente consagradas al Señor. 29Tampoco podrá ser liberada ninguna persona que deba ser exterminada, sino que se la hará morir.

El rescate de los primogénitos


26 Sin embargo, nadie podrá consagrar un primogénito de su ganado, ya que, por ser primogénito, pertenece al Señor: sea que se trate de un ternero o de un cordero, pertenecen al Señor. 27 Pero si se trata de animales impuros, podrán ser rescatados por la suma en que hayan sido tasados, añadiendo una quinta parte de su valor. Si no es rescatado, el animal será vendido por la suma establecida.

Los campos


16 Si un hombre consagra al Señor algún terreno de su propiedad, este será tasado según la cantidad de semilla que se pueda sembrar en él: cincuenta siclos de plata por cada cuatrocientos kilos de semilla de cebada. 17 Si lo consagra en el año mismo del jubileo, se mantendrá esta tasación. 18 Pero si consagra su campo después del jubileo, el sacerdote deberá computar el precio en razón de los años que falten para el jubileo, y así se hará el descuento correspondiente. 19 Si el que consagró su campo lo quiere rescatar, tendrá que añadir un quinto a la suma en que ha sido tasado, y así volverá a ser suyo. 20Pero si no rescata su campo y este es vendido a otro, ya no será rescatable: 21cuando quede libre en el año jubilar, será consagrado al Señor como si fuera un terreno interdicto, y pasará a ser propiedad del sacerdote.

22 Si alguien consagra al Señor un campo que compró, pero que no es terreno de su propiedad, 23 deberá computar el importe de su valor hasta el año del jubileo, y la persona pagará ese mismo día la suma en que ha sido tasado, como una ofrenda consagrada al Señor. 24 En el año jubilar el campo volverá al que lo vendió, o sea, al verdadero propietario de la tierra. 25 Todas las tasaciones se harán en siclos del Santuario; cada siclo equivale a veinte gueras.

Las casas


14 Si un hombre consagra su casa al Señor, el sacerdote deberá tasarla. Sea alta o baja, se aceptará la tasación fijada por el sacerdote. 15 Y si el que consagró su casa desea rescatarla, deberá añadir un quinto a la suma en que ha sido tasada, y así volverá a ser suya.

Los animales


9 Si alguien entrega un animal de los que pueden ser presentados al Señor como ofrenda, el animal ofrecido será una cosa sagrada. 10 No está permitido cambiarlo o sustituirlo por otro, ya sea bueno por malo o malo por bueno. Si alguien sustituye un animal por otro, tanto el animal ofrecido como su sustituto serán una cosa sagrada. 11 Si se trata de un animal impuro, que no puede ser presentado como ofrenda al Señor, será presentado ante el sacerdote, 12 el cual lo tasará. Sea alta o baja, se aceptará la tasación fijada por el sacerdote; 13 y si alguien quiere rescatar el animal, tendrá que añadir un quinto más a la suma establecida.