viernes, 19 de febrero de 2010

Capítulo 21 (1-9) La santidad de los sacerdotes

La santidad de los sacerdotes

21 1 El Señor dijo a Moisés: Habla en estos términos a los sacerdotes hijos de Aarón:

Nadie deberá incurrir en impureza por el cadáver de alguno de los suyos, 2 a no ser que se trate de un pariente muy cercano: su madre, su padre, su hijo, su hija o su hermano; 3 o por el cadáver de una hermana virgen, que estaba muy próxima a él, porque aún no se había casado. 4 Pero nadie podrá incurrir en impureza ni profanarse por una mujer casada de su familia.

5 Los sacerdotes no se raparán la cabeza, ni se cortarán los bordes de la barba, ni se harán incisiones en el cuerpo. 6 Estarán consagrados a su Dios y no profanarán el nombre de su Dios; porque son los que presentan las ofrendas que se queman para el Señor –el alimento de su Dios– y por eso deben ser santos.

7 Tampoco se casarán con una mujer envilecida por la prostitución, ni con una mujer divorciada de su marido, porque el sacerdote está consagrado a su Dios. 8 Deberás considerarlo santo, porque él ofrece el alimento de tu Dios. Será santo para ti, porque yo, el Señor que te santifico, soy santo.

9 Si la hija de un sacerdote se envilece a sí misma prostituyéndose, envilece a su propio padre, y por eso será quemada.

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